Delante de mí, la respuesta.
De fondo, la canción a piano que más me gusta.
Y en mi cabeza, todas las ideas, los pensamientos, sentimientos y emociones de todo el día.
¿Qué idea tengo?
La idea de que a pesar de cómo ha transcurrido el día, me voy satisfecha porque he conocido una parte más de ti.
¿Qué pensamiento?
Que las cosas se restaurarán y volverán a ponerse en su lugar, adecuadamente, para que yo pueda seguir caminando.
¿Qué sentimientos?
Siento alivio, porque la respuesta que necesitaba, ya la he leído y escuchado.
Siento alegría porque he sacado, aún sin voz, los sentimientos de mi corazón, aunque sólo hayan sido muy pocos… Me bastan, son suficientes, de granito de arena en granito de arena, se consigue una playa.
Pero por otro lado siento una tremenda necesidad de tenerte aquí conmigo, de estar en un sitio, al aire libre, en un día soleado, sin apenas gente a nuestro alrededor.
Contigo a un lado, con mucho verde en todo cuanto me rodea… Y la total libertad de poder gritar, mirarte a los ojos, y decirte “¡Te quiero! “.
Y no un “te quiero” cualquiera, sino un te quiero de corazón, de los que piensas que no te van a volver a salir, o al menos hasta que vuelva a surgir otro momento, lo suficientemente grande y hermoso como este, como para que quiera volver a decirlo.
Sin que hables, sin que rías, sólo escuchando mi voz, la cual ahora no tengo, pero no importa… volverá.
Y volverá a la llegada del nuevo sol, el sol que viene y se crece con la primavera, y a su vez hace crecer las plantas y también las flores. Ese sol despampanante que ilumina mis días en esos cálidos meses marzo, abril y mayo.
Ah… Eres un suspiro para mí cuando te recuerdo.
Eres una sonrisa en mi boca cuando recuerdo los momentos de risa que paso junto a ti.
Eres una lágrima cuando se que no te tengo, y que no te voy a tener cuando te necesito.
Eres un cálido abrazo en mis momentos tristes y de angustia.
Eres un gran apoyo para hacer las cosas lo mejor posible y sacar de mis dotes, sino el máximo, todo lo que pueda.
Eres mis ánimos y mi aliento de fuerza de voluntad, y a la vez mi apoyo para que la tenga.
Eres un espejo de mis ojos cuando puedo mirarte muy de cerca.
Eres un compañero en los estudios.
Eres un sueño cuando mi mente sigue funcionando mientras duermo.
Eres un consuelo, el consuelo y la tranquilidad de saber que siempre hay alguien que está ahí cuando tú lo necesites, o incluso mejor, cuando no lo necesites y más te haga falta.
Eres un tierno beso, en el saludo, en las despedidas, y compartiendo momentos.
Eres mi complicidad.
Eres el complemento de mi vida.
Eres, sobretodo, mi gran y fiel amigo.
Eres un trocito y medio de luna que da una tenue, pero bonita luz, que le da la suficiente luminosidad a mis sueños, y me permite viajar y recrear en mi mente encuentros que no existen en la realidad, pero que me hacen sentirme tan feliz, que incluso cuando mi mente no la controlo yo, con esa luz que me iluminas, puedo verte…
Eres un grande y potente rayo de sol que ilumina mis días grises.
Podría pensar que eres producto de mi imaginación, de echo, cuando te conocí me parecías de mentira, incluso llegué a pensar que tú debías de hacer algo muy malo cuando yo no te veía.
A veces me pareces irreal, eres la persona con la que he soñado casi toda mi vida que aparecería, ¿y vas y apareces?
Eres para mí una dulce melodía cuando escucho tu risa, cuando escucho tu voz decirme “estoy aquí, no tengas miedo, estoy contigo”…
Y si después de esto, todavía me preguntas que por qué te quiero, es que no sientes lo mismo que yo.
Pero si resumiera esto en una sola frase…
“Sé que eres Tú”.
Sandra Woo.